El diseño y su interacción con las personas

Por Fernando Mazzetti

Lux, lumen, eficacia luminosa, CRI, R9 TCC, UGR y tantos más. Seguramente los profesionales que estamos involucrados en el mundo de la luz sabemos su significado y aplicación: unidades de medida que debemos considerar a la hora de pensar en luz. Herramientas que nos ayudan a resolver técnicamente un proyecto de iluminación.

Sin duda, la irrupción de la tecnología LED ha venido a plantear nuevas reglas de juego. Un nuevo paradigma que crea un escenario distinto, no solo para las nuevas generaciones de diseñadores que solo usarán esa tecnología, sino para los que conocimos otras más antiguas, como halógenas, fluorescentes o incandescente, por mencionar solo algunas.

Este nuevo panorama —beneficioso en muchos sentidos— también trae consigo mucha confusión. Y no me refiero solo a los profesionales, sino al usuario final, nuestro cliente. Aquel, que es el comprador de una fuente de luz que describe especificaciones técnicas que, en general, escapan a su conocimiento. Sumado a esto, la enorme oferta del mercado con variables de calidad y precio, que no hacen otra cosa que generar más

dudas e interrogantes. No siempre el precio o marca refleja la calidad del producto.

No hay estándares técnicos unificados, las normas varían de país en país a pesar del esfuerzo de los organismos especializados de crear criterios que permitan tener un campo de acción coordinado y coherente. Además, como el avance es incesante se hace más complejo establecer un marco regulador común que contemple todas esas variables.